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Imagine un mundo donde pueda levantar 400.000 Kg. , imagine un mundo con lagos de gas natural líquido, imagine un mundo donde un volcán es más grande que todos los de la Tierra juntos, imagine las lunas de nuestro Sistema Solar. Una vez creímos que los nueve planetas eran el único destino, pero cuando fuimos a visitarlos quedamos cautivados sin remedio por sus vecinos de al lado, los satélites. Noventa y cinco mundos distintos que encierran los terrenos más exóticos del Sistema Solar. Lunas con géiseres tal altos como el Everest, donde un solo acantilado multiplica por ocho la profundidad del Gran Cañón y donde para volar basta con agitar los brazos. Lunas donde explorar el primer mar de agua encontrado lejos del planeta Tierra y buscar vida donde tal vez sea el mejor lugar para ello en el Sistema Solar. Prepárese para un viaje radical de exploración e incluso busca de vida en los satélites. Noventa y cinco mundos de nuestro Sistema Solar, noventa y cinco mundos y muchos más.

Neptuno, una bola de gas sesenta veces más grande que la Tierra. Como los otros planetas gigantes gaseosos carece de superficie donde poder posarse. Si queremos explorar habrá que ir a los satélites. Aquí, a cerca de cuatro mil ochocientos millones de kilómetros de la Tierra, se encuentra la luna más fría conocida. Con casi doscientos cuarenta grados bajo cero se acerca al cero absoluto, la temperatura donde todo movimiento se detiene. Si existe una bola de hielo en el espacio es esta. Sin embargo se trata de un mundo en pleno movimiento, dinámico, activo, se diría que casi psicodélico. Bienvenidos a Tritón.

Tritón es la luna más grande del planeta Neptuno, en los límites más remotos del Sistema Solar, con sus condiciones extremas, composición exótica y extraños procesos geológicos, Tritón es un mundo absolutamente surrealista. En la luna más fría del Sistema Solar hay géiseres y volcanes, la superficie helada está viva. Es uno de los terrenos volcánicos más radicales del Sistema Solar, lo cual sorprende porque una cola de hielo volcánica en sí parece un contrasentido, pero de hecho en el vulcanismo de Tritón aparece hielo fundido, al menos hay constancias de ello. En Tritón se han encontrado los primeros volcanes de hielo, estos avanzan desde las profundidades donde el débil calor interno de Tritón convierte el hielo en líquido. Este, menos denso, sube a la superficie creando una erupción explosiva que baña el satélite no con tierra fundida sino con hielo fundido. La lava fría y viscosa forma un paisaje fantástico de esculturas de hielo.

Aún más surrealistas que un volcán de hielo son los potentes géiseres de Tritón. En los de la Tierra hierve agua, en los de Tritón hierve nitrógeno. Por extraño que parezca, el nitrógeno hierve a 195 grados bajo cero, tan frío que todo aquello que conocemos se rompe como el cristal pero al tiempo tan volátil que produce los géiseres más altos que ha visto el Sistema Solar.

Sobre Tritón necesitamos un traje espacial con calor y presión, dadas sus condiciones. Si uno es tan tonto que sale sin traje de la nave espacial en Tritón, le explotaría la cabeza en unos tres segundos y luego se congelaría a ciento noventa y cinco grados bajo cero. El cuerpo se volvería duro como el acero. Sobre al superficie sufriríamos un doceavo de la gravedad terrestre y nos sentiríamos muy – muy ligeros. Podríamos saltar por ejemplo doce veces más alto que en la Tierra. Y para los muy valientes un nuevo deporte, buceo en los géiseres. Para quien se atreva, bajar por los agujeros puede ser muy interesante. Todo serían reverberaciones provocadas por los escapes de gas supersónico. Podemos acabar el viaje en un lago de nitrógeno líquido hirviendo. Cuando hierve, el nitrógeno produce un vapor que multiplica cientos, incluso miles de veces su volumen. Se genera una intensa presión hasta que el géiser acaba cediendo. La fuerza explosiva lo proyecta a una velocidad diez veces superior a la de cualquier géiser de la Tierra. Al llegar a los ocho kilómetros, más o menos la altura del Everest, el géiser oscurecido por el carbono recibe el corte perpendicular de los vientos altos de Tritón. Hay quien podría pensar que en esta luna hay chimeneas.

Antes, los científicos suponían que las lunas exteriores serían frías, muertas y aburridas. Ahora sabemos que incluso a cuatro mil ochocientos millones de kilómetros del Sol, a la sombra de Neptuno, puede existir un precioso mundo en movimiento. Y si la luna más fría muestra una actividad semejante, podemos imaginar lo que hay en las otras.

En la órbita de Júpiter se encuentra el satélite más caliente del Sistema Solar. Los científicos pensaban que habría poco calor a ochocientos millones de kilómetros del Sol, sin embargo aquí la gravedad de Júpiter y sus lunas interiores estrujan, doblan y retuercen este mundo hasta calentarlo como un horno. Es un mundo de erupciones de roca fundida y emisiones de gas venenoso. Un mundo tan caliente que se funde ante nuestros ojos. Se trata de Ío, un viaje al infierno.

La superficie de Io es un lugar extraordinariamente inhóspito. Para un ser humano sin protección el primer problema sería la falta de atmósfera respirable y siempre está el peligro de quedar atrapado en una enorme erupción volcánica. Nos adentraremos en el infierno de Ío para visitar unos trescientos volcanes activos. La atracción número uno sería el Oldfield de Ío, Prometeo, un chorro constante que forma una torre de gas venenoso de ochenta kilómetros de altura. Y tenemos al Oki, el volcán más grande del Sistema Solar. Aunque los científicos aún no entienden su estructura, este tiene más calor que todos los volcanes de la Tierra juntos. Y a Mirani, cuatrocientos ochenta kilómetros de lava viscosa, el flujo de lava que lleva activo más tiempo en todo el Sistema Solar. Io produce cuarenta y cinco mil toneladas de lava por segundo, suficiente para cubrir los continentes de la Tierra una vez al año. Es una lava….

 

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