-MENÚ PRINCIPAL

Comenzaba el crepúsculo cuando las barcas entraron en la ensenada (golfo o bahía) de Rodillero (pueblo ficticio). Una muchedumbre, formada casi toda de mujeres y niños aguardaba en la ribera, gritando, riendo, disputando; los viejos se mantenían algo más lejos sentados tranquilamente, sobre el carel (borde) de alguna lancha que dormía sobre el guijo (piedrecillas de la orilla del mar) esperando la carena  (reparación del casco de un barco).

La gente principal de media levita  (de clase media) contemplaba la entrada de los barcos desde los bancos de piedra que tenían delante las casas más vecinas a la playa.  Antes de llegar, con mucho, ya sabía la gente de la ribera, por la experiencia de toda la vida, que traían bonito. Y como sucedía siempre en tales casos, esta noticia se reflejaba en los semblantes en forma de sonrisa.

Las mujeres preparaban  los cestos a recibir la pesca, y se remangaban los brazos con cierta satisfacción voluptuosa (sensual, satisfactoria), los chicos escalaban los peñascos más próximos a fin de averiguar prontamente lo que guardaba el fondo de las lanchas.  Éstas se acercaban lentamente: los pescadores, graves, silenciosos, dejaban caer perezosamente los remos sobre el agua.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

| ReIniciar actividad | Tinglado principal | InterPeques lecturas | fuentes-profes |