Texto vídeo 2.- (El Gran Choque): Hacemos lo mismo que los militares cuando tienen que determinar los efectos de las explosiones nucleares en la superficie, recurrimos a un ordenador. En Nuevo Méjico, gracias a un contacto interno, Melosh consigue acceder a un ordenador en los laboratorios nacionales Sandion. Este era un ordenador de uso restringido, por lo que no tenía autorización para tocar el teclado. Mi colega me hacía las preguntas pertinentes sobre el problema y él, por ejemplo, me preguntó; ¿Cuál es el diámetro del objetivo? , y yo le dí el de la Tierra (12.750 Km), unas cuantas cabezas se asomaron a la puerta, el objetivo es la Tierra. Después me preguntó el diámetro del proyectil y le dí uno la mitad del de la Tierra (6.375 Km), unas pocas cabezas más se asomaron. Después la velocidad del impacto, 11 kilómetros por segundo, por último se le dio prioridad a mis preguntas debido al entusiasmo que había despertado un choque de semejantes dimensiones. Después de esto obtuvimos los resultados, podíamos ver una colisión entre planetas, podíamos ver enormes explosiones de gas surgiendo hacia el exterior. Esta especie de simulación nos permitió ir más allá de la comprensión de lo que sucede en los fenómenos de choque.

Entonces ¿qué pasa cuando chocan dos mundo?. Todos hemos visto películas donde hay colisiones de planetas y cosas como la Guerra de las Galaxias en la que los planetas explotan instantáneamente, pero así no es como las cosas pasan en la realidad. Los planetas son tan grandes que las cosas suceden lentamente. Si volvemos a mirar la Tierra de hace 4500 millones de años, en el día en que el planeta Orfeo chocó contra ella, veíamos que las cosas sucedían aparentemente a cámara lenta. Orfeo entraría con un diámetro la mitad que el de la Tierra (6.375 Km) , se iría incrustando lentamente penetrando en ella y nubes de vapor emanarían por todas partes pero todo habría acabado en unos veinte minutos o media hora. En la colisión se desprenderían grandes chorros de vapor, el cual no obedece a las mismas leyes por las que se rigen las rocas sólidas. Se dilata con la presión interna y eso permite que grandes cantidades de material sean expelidas a la órbita de la Tierra.

Hartman nos dio el impacto y Melosh puso los restos en órbita, pero ¿cómo se forma una luna de esos restos?. Realmente es una cuestión de pura suerte el que un cierto cuerpo celeste choque contra otro y como resultado nazcan los planetas. Una de esas colisiones al azar se produjo con el ángulo correcto, justo a la velocidad necesaria para ocasionar la formación de la Luna. Si lo miras de esa manera te das cuenta de que el echo de que la Tierra con su gran Luna acabara a la distancia óptima del Sol siendo así habitable responde a un factor puramente fortuito. Marte no compartió la misma suerte, dos pequeños satélites, uno de ello sería el que chocara contra el planeta. Una luna interior de saturno se rompe en mil pedazos debido al choque con un cuerpo, de ahí se forman una serie de anillos y un nuevo satélite, la luna que conocemos hoy con el nombre de Miranda. Saturno y sus anillos, miles de millones de partículas, unas tan pequeñas como granos de arena, otras del tamaño de camiones. Los anillos son posiblemente los restos de una luna que se acercó demasiado y se desintegró por la fuerza gravitatoria del planeta, o quizá un impacto la pulverizó. De cualquier manera los anillos están demasiado próximos a Saturno para poder formar otro satélite. Están dentro de lo que los astrónomos llaman el radio Rous, fuera de este ámbito es posible la formación de lunas, dentro el material se arremolina y cae de nuevo al planeta. Ese es el destino de los anillos de Saturno.

El estudio completo del choque necesario para la formación de una luna del tamaño de la nuestra es en realidad bastante especial. Si Orfeo hubiera chocado de frente contra la Tierra no existiría la Luna. Debido al ángulo de choque se habría formado un anillo de restos que al encontrase dentro del radio Rous habrían caído otra vez a la Tierra. Sin embargo existen otros casos en los que hemos visto que después de una colisión se forman dos lunas que pueden llegar a permanecer a estables durante miles y miles de años. Se han probado todos los ángulos posibles en los modelos de simulación Orfeo, en uno de los intentos se formaron dos pequeñas lunas pero el equilibrio entre ambas era insostenible. Desgraciadamente dos lunas no podrían sobrevivir hasta nuestros días. Qué visión tan extraordinaria habría sido la de tener dos lunas en el cielo cerca de la Tierra. Con dos lunas en el cielo lo que pasaría es que, o bien la más pequeña y más interior caería sobre la Tierra o al final las dos lunas acabarían chocando, pero para producir nuestra luna se prueba con el enfoque más oblicuo. Hemos averiguado que si hacemos que el impacto se produzca con un ángulo muy descentrado, de manera que el objeto colisionante apenas roce nuestra proto-tierra, entonces esa configuración es la óptima para poner material en órbita. Una colisión con un ángulo tan descentrado destruye parcialmente el objeto colisionante el cual desaparece fundiéndose temporalmente antes de volver a chocar con la Tierra por segunda vez. Un impacto doble.

El proceso completo de colisión probablemente se realizaría en un par de días, pero ese hubiera sido un fin de semana muy malo para pasarlo en la Tierra. Pero el premio que ganamos fue la Luna, se forma justo fuera del radio Rous, a unos 21000 kilómetros de la segunda versión de la Tierra, acumulando materiales expulsados de un disco incandescente de restos, la Luna se consolida rápidamente en un periodo de cien años. Si hubiéramos estado en la Tierra cuando la Luna se formó, es decir, unos cien años después de la colisión, la Luna sería una visión impresionante en el cielo nocturno. Si viéramos a la Luna justo después de que se hubiera formado tendría quince veces el tamaño actual, probablemente fuera un espectáculo impresionante de ver. En nuestro devastado planeta la situación es un infierno, volcanes en erupción, la corteza se resquebraja, océanos de lava. La Luna está tan cerca que se producen mareas de rocas y de magma. La fuerza de la Luna es cuatro mil veces más intensa que la actual. La Tierra se retuerce y escupe fuego, en el mar las olas son gigantescas. A lo largo de cuatro mil quinientos millones de años la Tierra se va enfriando y reposando gradualmente. Al principio la enorme energía maremotriz causó que la Luna se apartara rápidamente. La velocidad de rotación de ambos cuerpos fue disminuyendo, el día se alarga desde cuatro horas hasta veinticuatro. La acción de las mareas continúa ralentizando la velocidad de rotación de la Tierra y obliga a la Luna a seguir retrocediendo.

Los científicos han averiguado analizando capas rocosas la frecuencia de las mareas prehistóricas. Marjorie a Chan, de la universidad de Yuta, ha estudiado estas capas rocosas formadas por la acción de las mareas, rocas que llevan escritas las páginas que nos cuentan lo que sucedió hace miles de millones de años. Los hallazgos de Chan son categóricos, las mareas primitivas eran más frecuentes y los días mucho más cortos. Es increíble que estas formaciones rocosas debidas al ciclo de las mareas nos digan que los días tenían solo dieciocho horas, podemos ver como era el ciclo diario y establecer cuántos días había en un mes y cuántos meses en un año y con todos esos datos demostramos de que manera la Luna se ha estado apartando de la Tierra con el paso del tiempo. De los 21000 Km. de separación de un principio, la Luna se encuentra en la actualidad a una distancia de unos 384000 Km.

Hoy en día, cuando se alinean el Sol, la Tierra y la Luna, esta puede cubrir totalmente el Sol. Desde la Tierra se ve un eclipse total, una coincidencia cósmica asombrosa. Los eclipses de este tipo son una prueba más de que la Luna está retrocediendo con respecto a la Tierra. Esto es un eclipse total actual, pero cuando la Luna estaba más cercana a la Tierra se veía de esta manera. En el futuro, cuando la Luna esté todavía más lejos de la Tierra, los eclipses totales serán fenómenos del pasado. Los documentos sobre antiguos eclipses rebelan que hace tan solo dos mil años los días eran ligeramente más cortos que en la actualidad. Si el eclipse solar del año 136 antes de Jesucristo hubiera sido constante se habría visto un eclipse total en esta franja, sin embargo, como los días eran más cortos en una vigésima parte de segundo, esta franja de totalidad se amplía hacia el este llegando hasta Babilonia. Hace más de un cuarto de siglo los astronautas del Apolo instalaron en la Luna unos reflectores. Hoy en día estos son un objetivo para los astrónomos del observatorio MacDonald, en Tejas.