Ortografía en imperfectos e indefinidos

B de "ABA" y tildes MAQUINA_ESCRIBIR

Muchas de las faltas de ortografía más frecuentes afectan a la escritura de las formas verbales. Una de ellas tiene que ver con el pretérito imperfecto de la primera conjugación (verbos del tipo CANT-AR), con terminaciones en -ABA, ABAS, etc. También hay que tener en cuenta la acentuación de algunas formas de los pretéritos indefinidos (también llamados pretéritos perfectos simples) de la segunda conjugación (COMÍ, COMIÓ) y de la tercera (DORMÍ, DURMIÓ). Los ejercicios siguientes te van a ayudar a distinguir estos dos tiempos verbales y a escribirlos correctamente.

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo. El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo. Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. (Fragmento de "El otro yo", de Mario Benedetti.)

En este fragmento podemos identificar pretéritos imperfectos de las tres conjugaciones:

Busca los pretéritos imperfectos y clasifícalos según el tipo de conjugación al que pertenecen (de la tercera conjugación no hay más ejemplos).

El PRETÉRITO INDEFINIDO

Los pretéritos imperfectos han servido en el texto para presentar a los personajes. Después, para contar las acciones sucesivas se usa el pretérito indefinido . Identifícalos y clasifícalos según el tipo de conjugación (de la tercera no hay ningún ejemplo).

Ortografía del imperfecto y del indefinido

dos

Las actividades siguientes tienen la finalidad de decidir cuál es la forma verbal más conveniente en cada caso y la de aprender a escribirlas correctamente.

LECTURA

Este es el cuento completo de Mario Bededetti del que se ha tomado el fragmento de la página 2.

EL OTRO YO, Mario Benedetti

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la naríz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo. El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo. Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehízo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se habia suicidado. Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó. Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable”. El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.

Texto de Felipe Zayas - 14.11.07

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